Gesto Arquitectónico: la contemplación de los problemas
El gesto arquitectónico es más que la acción de construir, es un acto que comunica ideas y valores. Por un lado, responde a la necesidad práctica de dar forma a un espacio habitable. Por otro lado, expresa una dimensión simbólica que refleja la cultura, la historia y la espiritualidad de quienes lo crean. En este sentido, el gesto arquitectónico puede entenderse como una unión entre utilidad y contemplación.
La arquitectura nace como respuesta a necesidades básicas del ser humano, como la vivienda, la seguridad y la organización del espacio. Cada edificio o estructura cumple con la función de proteger y dar comodidad a quienes lo habitan. El gesto arquitectónico, en este nivel, se relaciona con el ingenio técnico y la capacidad de resolver problemas concretos. Diseñar una casa, un puente o una escuela implica entender materiales, formas y proporciones que permitan un uso adecuado. Esta dimensión práctica conecta a la arquitectura con la ingeniería y con la vida cotidiana de las personas. Sin embargo, reducir la arquitectura solo a su función sería negar parte de su riqueza. Por eso, el gesto arquitectónico también se proyecta hacia un sentido más profundo que supera lo meramente útil.
Más allá de
lo funcional, el gesto arquitectónico tiene un carácter expresivo y simbólico.
Un templo, una plaza o una catedral no solo sirven como refugio o punto de
encuentro, sino que también representan valores espirituales y culturales. Esta
dimensión contempla lo que Octavio Paz describe como la diferencia entre lo
útil y lo bello: la arquitectura, como la artesanía, transmite placer y
sentido. La contemplación de una obra arquitectónica abre un espacio mental
distinto, en el que se despiertan la imaginación y la reflexión. Así, la
arquitectura se convierte en un puente entre la materialidad del mundo y la
búsqueda de trascendencia. El gesto arquitectónico, en este nivel, es un
lenguaje visual que comunica identidad y memoria colectiva. De este modo, construye
no solo edificios, sino también significados que permanecen en el tiempo.
En conclusión, el gesto arquitectónico es la unión de utilidad y contemplación. No se limita a cumplir funciones prácticas, sino que también proyecta símbolos que expresan valores culturales y espirituales. Al mismo tiempo, permite que el ser humano dialogue con su entorno material y con su dimensión trascendente. Por eso, la arquitectura no solo construye espacios físicos, sino también horizontes de sentido para la vida en comunidad.
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